El sector tiene una relación única con el medio ambiente, un entorno del que depende para disponer de forma continua y adecuada de materias primas seguras y de alta calidad, por lo que su correcta conservación implica asegurar un modelo productivo sostenible a largo plazo. Por ello, las empresas de alimentación y bebidas tienen que liderar la consolidación de una industria segura, saludable y sostenible.
La industria está alineada con este compromiso y ya ha incorporado el factor medioambiental como un elemento central en sus modelos de negocio, emplazando sus estrategias con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Conscientes de la relevancia que han adquirido los ODS y de su utilidad para integrar muchas de estas cuestiones en estrategia empresarial, en la cadena de suministro y en la relación con sus grupos de interés, se ha demostrado que la industria es capaz de formular soluciones eficientes, planteando un equilibrio entre eficiencia, expectativas sociales y medio ambiente.
Abordar el reto de alimentar a una población creciente en un contexto de escasez de recursos requiere el compromiso y trabajo de múltiples sectores de la sociedad. Es evidente que el modelo lineal de crecimiento económico en el que confiábamos en el pasado no se ajusta ya a las necesidades actuales y es necesario acelerar el tránsito a una economía circular. Este cambio implica producir de una manera más inteligente, sostenible y eficiente, pues no se puede seguir pensando en crecimiento cuando los recursos en los que se fundamenta son limitados.
De esta manera, la producción y el consumo sostenible pueden ser una gran oportunidad para las empresas del sector, en un momento donde la sostenibilidad es un valor añadido para los productos, las marcas y los propios consumidores. Las empresas ya cuentan con sistemas de promoción de la economía circular, como el aprovechamiento de los residuos como nutrientes o materias primas para otra industria, e incluso su aprovechamiento como combustible.
La industria también ha fijado la reducción del desperdicio alimentario como uno de sus grandes objetivos y destina recursos para incentivar la innovación en envases y nuevas tecnologías de conservación para alargar la vida útil de los productos, algo que está haciendo repensar nuevos métodos de logística, almacenamiento y distribución más sostenibles. Además, el sector aborda este reto desde varios frentes, como el desarrollo de campañas de información y sensibilización enfocadas al consumidor, sin duda, uno de los puntos donde mayor debe ser el compromiso.
En este nuevo paradigma, la irrupción de la tecnología es clave. Por ejemplo, aplicar la digitalización, sistemas para el tratamiento de residuos y mejoras en los procesos para ser más eficientes en el uso de agua y energía.
Hacer estos avances accesibles para el resto de empresas y a lo largo de toda la cadena de valor es un importante reto en el que debemos trabajar junto con la Administración y los consumidores, para así evidenciar que competitividad y sostenibilidad caminan de la mano.