Un hito fundamental de la Historia Contemporánea de España es, sin duda, nuestro ingreso en las entonces Comunidades Económicas Europeas en 1986. Sus implicaciones desbordaron el ámbito económico para acabar produciendo una profunda transformación de nuestra economía y nuestra sociedad. Nuestra incorporación coincidió con un renacimiento del espíritu europeísta y con la dinamización del proceso de integración europeo.
Quizás una de las reformas estructurales más radicales que asume nuestro país a partir de ese momento es nuestro compromiso con la apertura e internacionalización de la economía. Un camino sin retorno que no hemos dejado de profundizar desde entonces y que contrasta radicalmente con el periodo anterior. Todo esto se ha traducido en un extraordinario proceso de convergencia con la UE y en un incremento de bienestar para todos nuestros ciudadanos (el PIB per cápita en términos reales ha aumentado un 83% en el periodo 1986-2020¹).
La industria de alimentación y bebidas ha experimentado en este periodo una modernización decisiva, convirtiéndonos en el 4.º exportador europeo y en el 7.º mundial, con registros de superávit comercial continuados durante los últimos veinte años.
Podemos analizar el impacto de la integración en la UE en la internacionalización de la industria alimentaria en varios ejes:
Por una parte, se han intensificado las relaciones comerciales con nuestros socios europeos. La exportación de alimentos y bebidas a países de la UE ha pasado en media del 55,6% en 1985 a ser superior al 70% del total del sector en 2020.
De manera paralela, y como miembro de un bloque comercial potente, hemos acelerado el proceso de diversificación de mercados. Los Acuerdos de Libre Comercio que la UE ha firmado con países como Japón, Canadá o Singapur han acelerado el crecimiento de las exportaciones de alimentos y bebidas a estos países. En la última década los mercados de mayor crecimiento de las exportaciones agroalimentarias españolas son China, Canadá, Estados Unidos y Japón.
Otra transformación estructural de la industria alimentaria está vinculada con la introducción de los estándares europeos de calidad, que puso de manifiesto la excelencia y diversidad de nuestra despensa. España es uno de los países con mayor número de Denominaciones e Indicaciones de Origen Protegidas (202 DOP y 133 IGP); es el primer país de la UE por superficie cultivada ecológica y el primer productor mundial de vino con certificación ecológica.
Una industria alimentaria comprometida con la excelencia, la calidad, la diversidad y la sostenibilidad, en completa sintonía con la dieta mediterránea y con una gastronomía vinculada a nuestra identidad cultural, basada en el arte de compartir y disfrutar de los alimentos y vinos españoles. Productos y conocimientos culinarios muy arraigados al terruño, con un fuerte nexo geográfico consolidado a través del paso del tiempo, convirtiendo al producto local en un reclamo internacional.
A lo largo de estos 35 años, ICEX ha acompañado a las empresas de alimentos y bebidas en su proceso de internacionalización, adaptando instrumentos y programas a las nuevas necesidades y retos que surgen para ampliar y profundizar canales de comercialización en todo el mundo. El abanico de instrumentos de promoción se ha ido sofisticando. A los pabellones oficiales en los grandes certámenes internacionales y eventos únicos, como los Great Match de EEUU, se han incorporado herramientas en plataformas electrónicas (Amazon FWFS, ECRM) o instrumentos digitales (Food Pitch, catas virtuales). Las ciento dos Oficinas Económicas y Comerciales ofrecen un apoyo permanente para las empresas para explorar y consolidar su expansión internacional.
FIAB ha sido y es un socio prioritario de ICEX para diseñar e implementar programas de promoción internacional. Los acuerdos recientes para impulsar la presencia e imagen del sector agroalimentario en la Summer Fancy Food de EEUU –principal escaparate internacional del país–; o el programa de formación y acompañamiento en plataformas digitales son dos excelentes ejemplos.
¹ Datos de la Federal Economic Reserve