La crisis del coronavirus ha propinado una cura de humildad para las principales economías del mundo y un nuevo golpe para las emergentes, poniendo de manifiesto la importancia de la cooperación y el multilateralismo, así como la necesidad de acelerar la transición hacia un modelo económico y social más sostenible.
En una de las etapas más difíciles de la historia reciente y, en un contexto cada vez más global e interrelacionado, es fundamental que Europa ejerza un papel de referencia y consolide su liderazgo internacional, estrechando aún más los lazos sociales y comerciales con otras regiones, frente al crecimiento del proteccionismo y las guerras comerciales. Si la Unión Europea (UE) no lidera este proceso, otros tomarán su lugar.
En este contexto, juega un papel fundamental América Latina, con quien existen numerosos acuerdos en marcha y otros en negociación. Los lazos históricos, geoestratégicos, culturales y de influencia en el escenario mundial de ambas regiones deberían intensificarse para buscar beneficios sociales y económicos para ambas partes, y hacer frente a las consecuencias de la crisis provocada por el Covid-19.
América Latina es una de las zonas más afectadas por la pandemia. Con un 10% de la población mundial, acumula ya un tercio de los fallecidos por el virus. Además de las numerosas pérdidas humanas, hay que hacer frente a tensiones socioeconómicas muy significativas, con millones de personas desempleadas, y a la inestabilidad política en muchos países.
Tras más de un año, la salida de esta crisis sanitaria y económica se ve cada vez más cerca gracias a los avances en la vacunación. Sin embargo, el ritmo varía de unas zonas a otras y la mayoría de los países latinoamericanos no obtienen las necesarias dosis para cubrir a sus poblaciones, lo que indica que el mecanismo COVAX está resultando insuficiente. Europa debe impulsar el refuerzo de la cooperación y hacer un llamamiento a la solidaridad, para conseguir la distribución de vacunas. Cuanto antes se consiga, antes se recuperará la economía mundial.
Es importante reactivar las cumbres de alto nivel entre Europa, Latinoamérica y el Caribe. Por eso son de aplaudir dos hitos recientes, la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, celebrada en Andorra, y la del EuroLat, la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, en las que estuve en representación del Consejo Económico y Social Europeo (CESE), como observador y participante. Más allá de la importancia de los temas tratados, estos encuentros simbolizan retomar el trabajo y la cooperación en un momento complicado.
Acuerdos basados en reciprocidad, sostenibilidad y respeto a las reglas
Se deben fortalecer las relaciones económicas y sociales, los lazos institucionales y el diálogo político, que favorezcan la recuperación y estén basados en la reciprocidad y la sostenibilidad. No podemos imponernos unas normas estrictas y dejar nuestro mercado abierto para que otros accedan sin condicionantes. Debemos seguir y hacer seguir la hoja de ruta marcada por el “Pacto Verde” de la Comisión Europea y por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.
La UE está inmersa en la negociación de distintos acuerdos con México, Chile, Ecuador-Perú-Colombia o Centroamérica. Pero muy especialmente urge avanzar en el acuerdo alcanzado con Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), porque se está perdiendo un tiempo y un espacio muy importante que ya está ocupando China. Hablamos de un mercado que abarca a 780 millones de consumidores y que supone un antes y un después en las relaciones políticas, económicas y comerciales. No hay marcha atrás, hay que impulsar su ratificación y para ello el CESE debería promover un Comité de Seguimiento.
En todos estos acuerdos hay que exigir el obligado cumplimiento de las estrictas normas sanitarias y fitosanitarias, como un “efecto espejo” para garantizar la competitividad de los productos europeos y la defensa de los consumidores, al tiempo que se deben cumplir las buenas prácticas agrícolas y ganaderas, y proteger el bienestar animal. Hay que cumplir los convenios laborares de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) y los compromisos alcanzados en los Acuerdos de París, incluyendo la lucha contra el cambio climático y el freno a la deforestación.
Europa y América Latina hoy se necesitan más que nunca. A pesar de la incertidumbre, la salida de esta crisis está cada vez más próxima. Los acuerdos internacionales son necesarios para dinamizar no sólo el crecimiento económico, sino también la consolidación democrática. Juntos tenemos la oportunidad de salir reforzados de esta crisis y avanzar hacia un modelo más sostenible, con un patrón de crecimiento que aúne desarrollo económico, social y ambiental.