Somos el primer sector industrial de España. Los datos avalan esta posición teniendo en cuenta que la industria de alimentación y bebidas alcanzó el año pasado una facturación de 96.400 millones con casi medio millón de personas empleadas y exportaciones por valor de 27.500 millones de euros. Una cifra que supone una aportación del 3% al PIB español y del 21% en el caso de la industria manufacturera.
Estos números constituyen un elemento definitorio e incuestionable a la hora de reafirmarnos como colectivo empresarial, pero nuestra ambición va más allá: seguimos dando pasos para ser el primer sector industrial en términos cualitativos, en la valoración y confianza de nuestros consumidores, en el respeto y admiración de los ciudadanos, en la confianza de los poderes públicos y del entramado de la sociedad civil, así como en la conquista del respeto de nuestros aliados a lo largo de la cadena de valor. La industria de alimentación y bebidas lleva tiempo trabajando para ser también la número uno en la gestión de estos intangibles sobre la base de la responsabilidad y la transparencia.
Pero una sólida reputación solo puede cimentarse sobre elementos especialmente tangibles. La alimentación es quizás la actividad humana que mejor nos define como especie, generalmente somos animales omnívoros, nuestra alimentación desde un principio fue mixta, es decir, a partir de vegetales que se recolectaban y carne de los animales que se cazaban. Hoy, algunos autores ponen en tela de juicio el papel de la industria alimentaria en esta cadena, el dilema del omnívoro implica que el consumidor se encuentra diariamente ante una decisión enredada y en cierto modo compleja al encarar su decisión de compra en los lineales. Las dudas y las suspicacias encuentran en este escenario su caldo de cultivo.
El objetivo de nuestras empresas y asociaciones ha de ser convertir este dilema en una oportunidad, de transformar la encrucijada en la gran ocasión para nuestro omnívoro e interconectado consumidor, ávido de información e inmediatez, de hallar diariamente la mejor opción, el alimento más adecuado a sus necesidades en cada lugar y momento. La innovación es una palanca clave que hoy adquiere una dimensión más amplia en el sector alimentario: las compañías deben innovar en productos, procesos, canales, gestión, haciendo de la innovación una verdadera ventaja competitiva.
Para que nuestra industria sea reconocida como un aliado de garantías por la sociedad en su conjunto estamos obligados a seguir comunicando con transparencia, desde la información, el rigor y las evidencias científicas, las bondades de nuestros productos, así como el esfuerzo y buen hacer en materia de calidad y seguridad alimentaria.
Avalados por hechos y realidades que contribuyan a hábitos de vida más saludables, con programas de equilibrio nutricional de los alimentos como el reciente Plan de colaboración para la Mejora de la Composición de Alimentos y Bebidas y otras medidas (2017–2020) que establece objetivos de reducción de azucares añadidos, sal, grasas saturadas y trans. Este es un trabajo que viene de lejos y siempre en coordinación con las administraciones públicas, como el Ministerio de Sanidad y en línea con las nuevas exigencias del consumidor y con las tendencias de la UE.
Otro de nuestros grandes retos, en el que igualmente vamos dando pasos en la correcta dirección, pasa por compatibilizar las necesidades de crecimiento y de rentabilidad económica con un modelo de desarrollo eficiente, sostenible y transparente. En un mundo en el que aumenta la demanda de bienes y servicios, es necesario el uso racional de recursos, con una economía circular, basada en reducir, reutilizar y reciclar.
Aspiramos, además, a conquistar nuevos mercados y a alcanzar mayor cuota en los que ya estamos presentes. Será una prueba más del esfuerzo de nuestros empresarios para llevar productos de calidad a los clientes de todo el mundo.
Por último, la industria de alimentación y bebidas, por su carácter de sector estratégico para nuestra economía y nuestra sociedad, debe hacer un especial esfuerzo por integrar las políticas de responsabilidad corporativa en sus estrategias de negocio. Incorporar la ética en la gestión empresarial y la búsqueda de la satisfacción equilibrada de las expectativas de los grupos de interés permite que las empresas logren crear valor al enfocar la actividad a lo que realmente importa a sus interlocutores.
Todos estos valores se hacen cada vez más necesarios para tener presencia en un mercado global donde la manera de competir y relacionarse con clientes y consumidores ha cambiado y ahora el objetivo es establecer relaciones ‘ganar-ganar’ que generen confianza, compromiso y que se valoren a largo plazo. Los intangibles son cada vez más tangibles.
Como dije en el discurso de toma de posesión, he sentido dentro de mi propia familia el orgullo de pertenecer a una industria que ayuda a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, que crea empleo, riqueza… A través de estos cauces, con el trabajo en equipo y el consenso de todos los que formamos parte de la industria alimentaria conseguiremos transformar este dilema en una oportunidad.