Se cumple un año desde que el Gobierno decretó el estado de alarma ante la amenaza sanitaria del coronavirus. Un año desde que todos los españoles nos confinamos en nuestras casas para reducir la curva de contagios y descongestionar los hospitales, que en cuestión de pocas semanas estaban saturados por el aumento de casos de COVID-19. Se cumple un año del año que cambiaría nuestras vidas para siempre.
El teletrabajo, las videollamadas, los aplausos a las 20.00 h, las sesiones de cocina y los entrenamientos en el salón pasaron a formar parte de nuestra vida cotidiana. Se cumple un año del estado de alarma, pero se trata de un aniversario que preferimos no celebrar.
No querría dejar pasar la oportunidad de mostrar todo mi agradecimiento al personal sanitario de nuestro país, que con valentía ha cuidado de todos nosotros y se ha enfrentado a la peor crisis de la historia reciente desde la primera línea del frente de combate. Del mismo modo, quiero aprovechar estas líneas para mandar todo mi apoyo a los familiares de las víctimas de la pandemia, a las que recordamos con dolor.
En un momento en el que país se encontraba paralizado, la industria de alimentación y bebidas no cesó en su actividad. Cumplimos una labor vital, la de abastecer a la población de los alimentos y bebidas que necesitan. Por eso, desde el primer día mantuvimos nuestra actividad, para que los españoles pudieran seguir disponiendo de toda la variedad de productos, y en todo momento, desde la comodidad de sus casas.
En un período de máxima tensión, España ha logrado posicionarse como el segundo país del mundo con menos roturas de stock, tan solo por detrás de Canadá. Esto no hubiera sido posible de no ser por el esfuerzo de las más de 30.000 empresas que componen nuestro tejido productivo y del medio millón de personas que, día tras días, abandonaron la seguridad de sus hogares para continuar dando un servicio esencial a la población.
La industria de alimentación y bebidas se ha comportado de manera ejemplar durante toda la pandemia, y así lo seguirá haciendo hasta que consigamos vencer al virus. Hemos mantenido una coordinación constante con el resto de la cadena alimentaria y con la Administración, para garantizar el flujo productivo y el funcionamiento de la cadena de valor; pero también con los agentes sociales, porque en un momento en el que la seguridad lo es todo, garantizar la integridad y la protección de nuestros trabajadores y consumidores era nuestra prioridad.
Las empresas del sector ya contaban con rigurosos y estrictos protocolos para que los alimentos que llegaban al consumidor tuvieran plenas garantías de calidad y de seguridad. De hecho, la industria de alimentación y bebidas en España y Europa es una de las más reguladas del mundo. Todas estas medidas, además, se han visto reforzadas a lo largo de estos meses para que la seguridad de nuestros productos fuera máxima. Una vez más, nuestras empresas han exhibido su capacidad y responsabilidad al adaptar sus rutinas productivas en tiempo récord.
La crisis del COVID-19 ha puesto de manifiesto lo que muchos de nosotros ya sabíamos: la industria de alimentación y bebidas en España es un sector estratégico y esencial, y así lo hemos demostrado durante todos estos meses. Las empresas del sector, en su mayoría pymes, han puesto su desempeño al servicio de la sociedad, a través de múltiples donaciones desinteresadas en forma de alimentos y bebidas, económicas o material sanitario, entre otros.
Así, como industria comprometida, responsable y solidaria, hemos estado en todo momento al lado de los ciudadanos, acompañándolos en estos meses tan duros, mediante iniciativas como #AlimentActivos, una campaña orientada a promover hábitos de vida saludable durante el confinamiento, o #DatosFiABles en contra de los bulos y a favor de la información contrastada y veraz.
Sin embargo, a pesar del gran esfuerzo que ha hecho sector para salir adelante y escapar de la crisis económica, no es ajeno a los estragos económicos que sufre el país. La industria de alimentación y bebidas depende en gran parte de otros sectores conexos que ahora mismo se encuentran paralizados. Un ejemplo es turismo y el canal de la hostelería y la restauración, uno de los más afectados −todavía hoy− por las restricciones de la pandemia. El 30% de nuestra facturación depende de estos establecimientos, y para muchos sectores alcanza hasta un 80%.
Durante este período, también hemos estrechado lazos con los agentes de la cadena de valor de la hostelería, con la intención de participar activamente en la reactivación económica del sector y en la defensa de su valor económico como generador de riqueza y empleo. Los bares y restaurantes forman parte de nuestra forma de socializarnos y ahora nos necesitan más que nunca.
El año 2020 ha truncado nuestras perspectivas de crecimiento y ha roto con una tendencia positiva de desarrollo que veníamos acumulando desde hace seis años. Estimamos que la industria de alimentación y bebidas española ha experimentado una disminución de 3.680 millones de euros en facturación desde el inicio de la pandemia. Además, cerca de 1.800 empresas del sector han tenido que bajar sus persianas y cesar en su actividad.
La industria de alimentación y bebidas tiene potencial para liderar la recuperación económica. Recientemente hemos presentado un Manifiesto de Interés con hasta siete proyectos tractores e innovadores en materia de sostenibilidad y digitalización para promover la recuperación económica del sector, con el apoyo de los fondos europeos Next Generation EU.
Sin lugar a duda, la crisis del COVID-19 será un punto de inflexión para todos. De cara al cierre de 2021, esperamos poder recuperar nuestras cifras de crecimiento y volver a retomar nuestra senda de crecimiento. Hemos sido siempre una locomotora del desarrollo económico y seguiremos trabajando para retomar nuestra actividad productiva al completo.
Continuaremos trabajando en el impulso de un sector responsable, seguro y comprometido, poniendo a los consumidores en el centro de nuestra actividad para satisfacer sus demandas y necesidades, a través de nuestras principales palancas de crecimiento: innovación, internacionalización, sostenibilidad y competitividad.